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Franco Colapinto

Franco Colapinto, el nombre propio que le devolvió a un país la ilusión de la Fórmula 17 minutos de lectura

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Franco Colapinto es, con apenas 19 años, el nombre propio que enarboló la bandera de la ilusión argentina en el largo y rico recorrido que nuestro país ostenta en la Fórmula 1.

Franco Colapinto: la ilusión Argentina en la Fórmula 1

Fue campeón argentino de karting en la categoría Pre Júnior en 2016, y con 15 años se alzó con la victoria en la primera incursión del karting en los Juegos Olímpicos de la Juventud, llevados a cabo en Buenos Aires –fuera del medallero oficial y con carácter de exhibición.

Franco Colapinto

Llegó el turno de emigrar: el 2019 lo encontró compitiendo en la F4 Española, al mando de un monoplaza perteneciente al equipo de Fernando Alonso (dos veces campeón de Fórmula 1); allí el argentino brilló y alcanzó el número uno al final de la temporada.

Entró en el radar del MP Motorsport, la escudería neerlandesa, que lo reclutó para disputar el certamen completo de Fórmula Renault Europea. Y Franco no decepcionó: ocupó la tercera posición del campeonato luego de cosechar dos victorias y nueve podios.

Continuó militando en las filas de la misma estructura para la temporada siguiente, pero en el plano de la Fórmula Regional Europea. Dos triunfos, cuatro podios y tres pole positions lo volvieron a encontrar como protagonista y animador de la competencia en la que, finalmente, concluyó en la sexta colocación.

Franco Colapinto
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La regularidad, los buenos rendimientos y la rápida adaptación de Colapinto a cada una de las oportunidades que se fueron presentando en su camino, derivaron, lógicamente, en una muy cautivante posibilidad; la Fórmula 3, el primer paso en el sueño a la Fórmula 1, sería el nuevo destino para el joven piloto argentino.

El desafío fue mayúsculo: debió debutar en la categoría, y nada más ni nada menos que en un equipo que hizo sus primeras armas en la especialidad, la estructura neerlandesa Van Amersfoort Racing.

La ecuación se repitió en favor de Colapinto, que volvió a equilibrar sus cualidades para hacerlas valer mucho más que cualquier premonición, y ante los equipos más poderosos y con mayor proyección del ambiente. Debutó en Bahrein, circuito en el que se lució con la flamante pole position en apenas una vuelta de clasificación.

Posteriormente, el calendario le fue poniendo por delante obstáculos difíciles de sortear, en los cuales la fortuna jugó a su favor, en algunas oportunidades, y en contra, en muchas otras. Pero el talento sobró y salió a relucirse: dos míticos escenarios del automovilismo mundial como Monza e Imola lo vieron festejar en lo más alto del podio; además sumó un segundo puesto y dos terceras colocaciones que, velozmente, lo situaron en el plano de actores principales en una temporada sumamente disputada.

La novena posición en el campeonato encendió las alarmas al final de la competencia anual y muchos equipos, entre ellos varios con trascendencia en Fórmula 2 y Fórmula 1, posaron sus miradas en él.

Franco Colapinto

El ya conocido MP Motorsport le brindó una de sus tres unidades para los tests de post temporada de la F3, que incluyeron seis pruebas en tres días distintos de actividad. La actuación, allí, fue memorable: se erigió como el segundo piloto más rápido en el circuito de Jerez de la Frontera y, de esta manera, revalidó su destacadísima actuación a lo largo de la temporada. Y fue la misma estructura, campeona de Fórmula 2 con el piloto brasileño Felipe Drugovich, quien le ofreció una de las varias propuestas al argentino para adjudicarle una butaca por dos años (con potencial para saltar a la F2).

El destino, aún incierto pero plagado de posibilidades, no sólo depende del talento de Colapinto sino, además, del apoyo económico y deportivo que pueda obtener el pilarense, que ya demostró que se encuentra a la altura de las circunstancias, que manejó bien la presión de ser rookie en uno de los escenarios más competitivos y supo cómo disfrutar de una butaca codiciada por muchos profesionales del deporte motor.

La bandera argentina supo flamear en lo más alto de los podios de la Fórmula 1: desde los cinco campeonatos cosechados por Juan Manuel Fangio, pasando por la primera victoria de Ferrari en La Máxima -logro alcanzado por José Froilán González, quien se debatió el certamen de 1954 con Fangio- hasta las épicas actuaciones de Carlos Reutemann, el vínculo de ambas partes creció desmesuradamente y pareció, luego, apagarse poco a poco.

Los últimos tres pilotos albicelestes en disputar Grandes Premios de Fórmula 1 fueron Norberto Fontana, Esteban Tuero y Gastón Mazzacane, pero ninguno de ellos pudo encontrar un sustento económico que les brinde la tranquilidad necesaria para focalizar su atención únicamente en el plano deportivo.

Y hubo atisbos de ilusión con las carreras descollantes de José María “Pechito” López y de Esteban Guerrierien el exterior, con muy buenos resultados obtenidos (con consagraciones en categorías de renombre) pero fueron intentos estériles que rápidamente se vieron opacados por el poderío de estructuras que apostaron por pilotos de otras nacionalidades.

En su retorno al país junto a sus representantes (el británico Jamie Campbell y la española María Catarineu), luego de la finalización de la temporada, Colapinto fue recibido al calor del público argentino que lo acompañó por redes sociales de principio a fin en su primera incursión en la categoría escuela de la Fórmula 1.

El sueño que parecía postergado volvió a tomar notoriedad. Esta joven promesa, que ya pasó a ser una realidad, lleva más de un lustro en el Viejo Continente con buenos resultados que avalan su crecimiento y alimentan la fe de un proyecto a largo plazo. El balance, en pocas palabras, es sumamente positivo y augura un futuro esperanzador.

Franco Colapinto, finalmente, tomó la posta. Es quien encarna el sueño de un país fierrero que, ahora sí, anhela con cortar la mala racha de más de dos décadas sin representantes en la máxima categoría de automovilismo a nivel mundial. 

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