Psicología deportiva: El ser humano más allá de la máquina (Parte II)7 minutos de lectura
Psicología deportiva: El ser humano más allá de la máquina (Parte II)
En este nuevo artículo del IAD continuaremos desarrollando aspectos relevantes del apartado psicológico de la práctica automovilística profesional, atendiendo a cuestiones como la implementación de rutinas de ejecución y el aprovechamiento del autodiálogo como herramienta para el desarrollo de la confianza en las capacidades propias.
Breve revisión de conceptos previos
En la entrega anterior, se comenzó por señalar el particular suceso que ha dado origen a esta serie de artículos: La decisión por parte del actual bicampeón mundial de rally, el joven finlandes Kalle Rovanperä, de reducir sustancialmente su participación en la divisional mayor en la especialidad de cara a la temporada 2024, optando por competir en solo 6 de las 13 fechas que conforman el calendario.
Teniendo en cuenta que el recién mencionado no es, desde ningún punto de vista, el primer caso en que un deportista de élite se inclina por acotar en alguna medida su actividad competitiva haciendo alusión a un profundo desgaste mental y no a algún tipo de impedimento físico considerable, vale la pena examinar en profundidad el complejo “marco psicológico” en que debe desempeñarse un piloto de carreras.
En este sentido, cualquier aficionado al automovilismo deportivo que haya tenido la oportunidad de observar de cerca el entorno en que se mueve un profesional de esta actividad, habrá notado la multiplicidad de “elementos distractores” que rodean a la práctica en sí misma, algo que complica el trabajo de mantener centrada la atención únicamente en aquellos aspectos que resultan relevantes para mejorar el desempeño frente al cronómetro.
Por consiguiente, se torna sencillo entender por qué uno de los principales desafíos a los que se suele enfrentar un piloto de competición es el de enfocarse, durante la mayor cantidad de tiempo posible, sólo en cuestiones importantes como la ubicación de las referencias en pista, las tendencias dinámicas del vehículo o las diferentes etapas de la estrategia de carrera, dejando en un segundo plano aspectos accesorios como el aliento del público o la interacción con los miembros de la prensa.
Psicología deportiva: El ser humano más allá de la máquina (Parte II)
Rutinas: La clave para mantener el enfoque
Las rutinas de ejecución son series o secuencias ordenadas de acciones, algunas de ellas estrechamente relacionadas con la práctica deportiva en cuestión y otras no tanto, que se llevan a cabo durante momentos específicos de la misma con el fin de “mantener bajo control a la mente” y, de esa manera, minimizar la tendencia a dispersarse que experimenta toda persona dedicada durante un tiempo prolongado a una actividad puntual.
Con respecto a las mismas, vale la pena remarcar que su estructura no está definida por ninguna clase de “regla absoluta” ya que, en todos los casos, deben adaptarse por completo a las preferencias personales del deportista que planee incorporarlas a su itinerario pre-competencia, ayudándolo siempre a activar y mantener un nivel de concentración adecuado al tipo de actividad a realizar y generando un mecanismo de asociación entre estos elementos.
Por otro lado, es importante aclarar que, si bien es muy común que este tipo de prácticas sean confundidas con simples “cábalas” o “supersticiones”, muy lejos están de ser solo manifestaciones del grado de inseguridad con que cuenta la persona que las aplica, pues le permiten ocupar su mente para no malgastar mucha de su energía en generar pensamientos inútiles relacionados con las posibles consecuencias de que los resultados deportivos buscados no puedan alcanzarse.
Finalmente, debe decirse que la utilidad de estas rutinas radica principalmente en el hecho de que sean aplicadas en forma consistente, más allá del desenlace favorable o adverso que pueda tener la competencia en la que el deportista está tomando parte ya que, si bien su objetivo principal es el de mejorar el desempeño durante la misma, siempre existen multiplicidad de factores fuera de todo alcance que pueden influir negativamente en sus intereses y aspiraciones.
Autodiálogo: La importancia de interactuar con uno mismo
Como su nombre sugiere, el término “autodiálogo” hace referencia a la capacidad de una persona para establecer una comunicación fluida y consciente consigo misma, logrando así una interacción con diferentes aspectos de su propia psique que le permite adquirir un mayor grado de conocimiento sobre los procesos mentales que dan origen a cada uno de sus pensamientos.
El hecho de hablarse a sí mismo, por muy simple que pueda parecer en un principio, abre la valiosa posibilidad de que el deportista genere una suerte de “intercambio de palabras mental” que lo ayude a pensar positivamente y, de esa forma, poder motivarse y enfocarse únicamente en mejorar su desempeño deportivo, algo que depende en gran medida del nivel de comodidad con que se lleve a cabo la actividad en cuestión.
Trabajando de esta manera, el atleta consigue reemplazar todos aquellos “diálogos internos” que no resultan favorables para incrementar sus propias capacidades competitivas por otros que sí contribuyen en la tarea de encontrar soluciones creativas a los múltiples desafíos que le plantea la práctica competitiva de una determinada especialidad deportiva.
Lo dicho anteriormente resulta crucial para mejorar la performance frente al cronómetro pues, contrario a lo que podría pensarse inicialmente, los deportistas suelen ejecutar de mejor manera su trabajo cuando son capaces de ingresar a un estado mental en que las funciones automáticas de la consciencia toman el control de las acciones físicas, algo a lo que muchos de los especialistas suelen referirse como “the zone”.
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Conclusiones finales e invitación
Más allá de lo emocionante que suele resultar, durante la mayor parte del tiempo, la práctica profesional del automovilismo deportivo para todas aquellas personas involucradas en un equipo de competición, lo cierto es que tanto el estrés como la presión psicológica son factores adversos que suelen erigirse como “compañeros inseparables” de esta tán apasionante actividad.
Por consiguiente, el hecho de adquirir la habilidad de desarrollar estrategias simples y, al mismo tiempo, efectivas para mantener bajo control este tipo de elementos displacenteros suele marcar la diferencia entre los que son capaces de cumplir con sus objetivos deportivos al cabo de una ardua temporada de trabajo y los que, desafortunadamente, fracasan producto de ser “sobrepasados” por lo demandante del contexto al que se enfrentan.
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Psicología deportiva: El ser humano más allá de la máquina (Parte II)
Autor: Federico Zorzenon