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El día que Maradona giró en un Turismo Carretera5 minutos de lectura

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El día que Maradona giró en un Turismo Carretera

El día que Maradona giró en un Turismo Carretera: Hay un universo exclusivo en el que miles de disciplinas deportivas, culturales, sociales y hasta políticas se vieron -y verán- atravesadas por un fenómeno mundial también conocido como Diego Armando Maradona, considerado para muchos de los fanáticos del fútbol como uno de los mejores jugadores de la historia del deporte.

   

El automovilismo no fue la excepción. Y en esa incursión de Diego en el plano nacional, lógicamente el Turismo Carretera fue quien recibió al diez con los brazos abiertos.

Fue el 1 de septiembre de 1991 en el Autódromo de Buenos Aires, el coliseo porteño, en el marco de la novena fecha de esa temporada del TC: se subió al Ford de Oscar Aventín, quien se adjudicaría el triunfo ese fin de semana (el segundo de los cinco que alcanzó ese año), y posteriormente se coronaría campeón de La Máxima.

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Muchas son las estrellas deportivas, externas al mundo del automovilismo, que se ven cautivadas por la vorágine, la dinámica y el espectáculo que brinda el mundo motor. De hecho, en el Gran Premio de Fórmula 1 de Monza, en el que Franco Colapinto hizo su debut oficial en la categoría más importante de todas, el encargado de bajar la bandera a cuadros fue Alessandro Del Piero, histórico jugador de la Juventus y campeón del mundo con Italia en el Mundial 2006.

Pero volvamos a Diego y a su vínculo con los fierros. Más de 10 años antes de subirse por primera vez a un TC, el oriundo de Villa Fiorito participó de una cena-show, cuyo fin era acompañar la presencia internacional del piloto santafesino Oscar Rubén Larrauri. Ese día, Maradona y Fangio -cinco veces campeón de Fórmula 1- inmortalizaron todo su talento en una foto que, hasta el día de hoy, podría colgarse en un cuadro en el salón de la fama del deporte argentino. Años después, en una entrevista que el mismo Larrauri le brindó a Infobae, destacó: “Pude ver que en todo momento, Diego le manifestó a Fangio su admiración y respeto. Parecía un pibe que había conocido a su ídolo. Hasta lo noté emocionado cuando lo miraba a Juan”.

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Su anécdota junto a Enzo Ferrari, en Italia, es por demás conocida y fue narrada en miles de ámbitos hasta el hartazgo. Pero cada vez tiene más condimentos que, por la impronta de sus protagonistas, se vuelve irresistible: Maradona le pidió personalmente al dueño de Ferrari un modelo especial para él, que rompiera con la tradición del color Rosso Corsa para reemplazarlo por una Ferrari negra.

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En los inicios de ese septiembre de 1991, Diego se encontraba en Buenos Aires y alejado de la pelota por haber dado positivo en un control de doping en Italia. Y aprovechó esos días caóticos a nivel mediático -como casi todos sus días- para aislarse del entorno tóxico y poder compartir con la familia a la cual siempre recurrió tanto en los momentos complejos como en los felices.

En ese contexto, Pelusa aprovechó para ir a presenciar una carrera de TC como espectador y terminó vivenciando una experiencia que lo marcaría de una vez y para siempre, la de subirse a un Turismo Carretera. Compartió habitáculo por el entonces candidato al título, Oscar Aventín.

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Nunca olvidaré aquellas vueltas en el Turismo Carretera. Me pegué un susto bárbaro. Parecía que nos pegábamos en una curva. Me di cuenta que era la forma de encararla. Ahí me tranquilicé. Al sentarme como acompañante me di cuenta de lo mal que uno maneja”, explicó al bajarse del auto quien fuera campeón y capitán de la Selección Argentina de fútbol en el Mundial de México 1986.

Aventín, que por ese entonces ya había sido subcampeón de TC en tres oportunidades, detalló: “Cuando Diego llegó a los boxes fue una revolución y la marea humana lo terminó llevando a mi box. Yo en ese momento peleaba por el título. Luego, cuando llegó la hora de la largada, me dice ‘cómo me encantaría dar una vuelta’. Le dije, ‘vamos Diego, subite’. Después de la primera curva se asustó y buscaba la manija que tienen los autos de calle arriba de la puerta. Uno tiene el campo visual por la experiencia de correr en autos y, si bien manejaba, podía verlo. Él estaba atado a los cinturones de seguridad y en el Curvón Salotto se agarró de la butaca y le hice la seña de ok con el pulgar derecho para darle tranquilidad porque ya iba con los ojos desorbitados”.

Ese día el Turismo Carretera, la categoría en actividad más antigua del planeta, le dio la vuelta al mundo porque fue noticia más allá de los límites del país. Su esencia y su pasión, fieles e inherentes a la historia de los más de 85 años del TC, viajaron por destinos impensados gracias a la presencia de un dios terrenal que se hizo presente en el Oscar y Juan Gálvez para vivir una fiesta del automovilismo.